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viernes, 5 de abril de 2013

Lugar para perderse

Pontevedra, esencia  natural


Situada en el tramo final de la cuenca del río Lérez, la región gallega de Pontevedra nace en una confluencia de valles y al inicio de la ría a la que da nombre. Esto concede a la privilegiada comarca un regalo de colores lleno de paisajes y entornos, que van desde la media montaña a las playas de su desembocadura. 


Mezcla de orígenes

Sobre el nacimiento de la ciudad de Pontevedra, existe una leyenda de origen renacentista que dice que el responsable de la fundación de la villa fue Teucro, uno de los héroes de la Guerra de Troya. La historia cuenta que llegó a estas tierras tras ser rechazado por su padre Telamón, fundando un asentamiento con el nombre de Helenes. Después de esto, se casó con Helena -la hija del rey Putrech- quien en ese momento dirigía el ejército griego hacia la ciudad de Atenas.

Asimismo, por otra parte, diversos estudios arqueológicos no demuestran existencia de asentamientos habitados anteriores a la época romana. En este sentido, y de acuerdo a la tradición, la historiografía ha determinado que la mansión Ad Duos Pontes era el origen de la ciudad. Si bien, recientes investigaciones han relacionado la fundación de Pontevedra con el asentamiento de Turocqua -mansión de la vía romana XIX-, fundada en la orilla sur del río Lérez.

A principios del siglo XX, antes de la Guerra Civil Española, esta región gallega era un hervidero social y cultural, pero ante la imposibilidad de aprovechar de una manera adecuada el uso del puerto por la ausencia de calado, la mayor parte del sector industrial se decantó por las virtudes de Vigo, una ciudad abierta al mar y con uno de los mejores puertos del mundo.

En la actualidad, se puede decir que el interés por redescubrir Pontevedra está creciendo enormemente. Con un turismo revitalizado, esta acogedora ciudad está viviendo una especie de segunda juventud, con el añadido a su favor de ver cómo su población aumenta en detrimento de los otros grandes núcleos de Galicia, que presencian como sus habitantes se trasladan a los municipios limítrofes.

Como curiosidad, por si no lo sabíais, el nombre de Pontevedra deriva del latín y significa Puente viejo


Espejo de piedra y agua

Invierno, primavera, verano y otoño, las cuatros estaciones se suceden de un modo acompasado sobre estas tierras. Sin desacordes, sus mágicas cualidades temporales se ven engrandecidas por el hermoso y siempre magnético lienzo pontevedrés. Un espejo de piedra y agua en el que se reflejan los cautivadores colores de la naturaleza. 

Las plazas del casco histórico se abren a la luz como claros en un bosque pétreo. Un lugar único donde árboles y plantas nos marcan el dulce fluir de las estaciones. 

Son los soportales y las fachadas los que conforman el bosque, cuyo dosel filtra luz y lluvia creando atmósferas irreales y cálidas donde el baile de luces y sombras juega con el granito tallado por expertas manos, dotándolo de colores y matices que van más allá de su fría naturaleza primigenia, reflejados en magníficos magnolios, camelios y tejos. 

El centro histórico de Pontevedra es uno de los más relevantes de Galicia, y abarca la zona que se encontraba intramuros, tras las siete puertas de la ciudad medieval. Es peatonal, y tanto su planta como su trazado invitan a pasear por sus calles. En él encontramos unas trece plazas, cuyos nombres recuerdan la intensa actividad comercial de esta antigua ciudad: las plazas da Verdura, da Pedreira,, da Leña o da Ferraría son buenos ejemplos de los oficios y mercados que se dieron antaño. 

Más concretamente, su riqueza monumental surge de la combinación del granito gallego con los afamados canteros de su comarca, y de la importancia de la ciudad a lo largo de los siglos. Pazos, iglesias, conventos, casas tradicionales, labras heráldicas, fuentes, cruceiros... todos ellos se suceden ininterrumpidamente a lo largo de sus calles y de plaza en plaza, donde pequeños tesoros están esperando al ojo curioso. 


"El centro histórico de Pontevedra es uno de los más relevantes de Galicia"


Sin duda, los pazos urbanos ofrecen un patrimonio artístico de primer orden, con un conjunto único en Galicia de cerca de 200 labras heráldicas, reflejo de la pujanza de la ciudad entre los siglos XIV y XVII, repartidas por todo el centro histórico, sus inmediaciones y el entorno rural. Las plazas son un buen lugar donde disfrutarlas, siendo la Praza do Teucro uno de los mejores lugares para ello. Además, en las Ruinas de Santo Domingo se encuentra la exposición permanente de labras heráldicas del Museo Provincial. 

En la Praza da Pedreira, de este modo, nos topamos con el Pazo de Mugartegui (siglos XVII-XVIII), un precioso ejemplo del Barroco civil gallego. 

Por su parte, la arquitectura religiosa de la ciudad y su entorno cuenta con importantes monumentos, destacando, entre ellos,  una joya del Renacimiento como es la Real Basílica de Santa María la Mayor (siglo XVI), monumento nacional costeado por el Gremio de Mareantes y cuya fachada occidental es una maravilla del Plateresco, obra del maestro Cornelis de Holanda. En su entorno, se situaban la judería y el cementerio judío, y por debajo de la cara oeste de la iglesia se conservan los únicos restos del lienzo de la muralla

También el Santuario de la Virgen Peregrina (siglo XVIII), una delicada joya barroca con rasgos neoclásicos, es uno de los símbolos de la ciudad y un reflejo de la profunda vinculación de ésta con el Camino Portugués de la peregrinación a Compostela

En definitiva, la belleza natural de este apacible lugar discurre por las calles de la ciudad, desembocando en las plazas y plazoletas, y allí donde se abre un espacio, surgen fuentes, cruceros o jardines. Una de ellas es la Praza da Ferraría, un gran espacio abierto y lleno de vida, asoportalado en sus caras norte y oeste y con jardines a los pies de San Francisco, en los cuales se encuentra una bella fuente de estilo portugués (siglo XVI). 

En la Praza da Leña se puede ver un crucero (siglos XVI o XVII) frente al edificio principal del Museo de Pontevedra, toda una referencia entre los museos provinciales de la Península. Éste reúne más de 16.000 piezas entre las que figuran pinturas, esculturas, dibujos, grabados, objetos arqueológicos, monedas, instrumentos musicales o joyas.

Es importante mencionar, a su vez, el Museo del Monasterio de Poyo (siglo VII) en el vecino municipio de Poyo, puesto que una sala del mismo alberga una colección de 150 obras del artista checo Antón Machourek, así como la obra más representativa del pintor gallego Pedro García Lema y las acuarelas del mercedario Julián Martín Casado.

Finalmente, la Praza de Méndez Núñez forma un rincón encantador, presidido por el impresionante magnolio de la casa donde murió el insigne marino, y rematado por la propia casa blasonada y el monumento a Valle Inclán














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