Supertupper

Cine, literatura, teatro, música, comics, televisión... Pequeñas anécdotas y retazos de vida... Cualquier cosa-cualquiera- puede ser guardada en este pequeño gran supertupper.

¿A QUÉ ESPERAS PARA ABRIRLO?

viernes, 29 de junio de 2012

The fabulous and amazing world of Amelie Poulain

Can really a movie change your life?





I think so. Going to the cinema can be the best therapy for the soul. We sit on a comfortable chair, our breath slows down and as the lights are switched off, we enter a dream world and seek to escape from our normal world full of problems for a short period of time, to experience something totally different. Then we want to find ourselves in this world.

Thanks to Amelie I had a special and wonderful dream I will never forget.

The French director Jean-Pierre Jeunet directed masterfully this fantastic dream in 2001. A brilliant movie full of comedy and romance that tells the story of Amelie Poulain: an innocent, imaginative and naive young woman in Paris.

A day, suddenly, she with her own sense of justice, decides to spend the rest of her life doing good deeds -sometimes in a surrealist way-  to those who deserve it. Finally, following her new way, she discovers true love.

In my opinion, Amelie could be considered as a masterpiece. Without a doubt, it is an outstanding film in film history: its cinematography, the music, the fantastic and original script and, above all, the dreamlike atmosphere created are features that can't be forgotten easily, for its incredible creativity  and perfection.

It's almost as if you're watching the movie through a dream. Personally, I think it has one of the best cinematographies made in film.

On the other hand, Audrey Tautou -as Amelie- is an amazing actress. I really can't imagine anybody doing the job better than she did. To me she isn't only giving life to the character in the movie, she lives it.

As a drawback, maybe for most people the introduction can be a bit long, however, I enjoy every second of it.

Finally, I very rarely give movies a 10. It has my 10. This is one of those movies that leave you in a good mood after you watch it, and with it you can discover we only need the simplest things to keep ourselves happy. I highly recommend it, since it is not only magical because of the cinematography, the special effects or the camerawork, but for its awesome story, fantasy, humour and emotion. It turns out to be a captivating  dream. Definitely, everyone should be a bit like Amelie Poulain, I'm sure the world would be much better.






martes, 26 de junio de 2012

Ver para creer



Y sobre todo : "Creer para crear",  Albert Espinosa.


Me gustan las tardes lluviosas. La mayoría de la gente que conozco piensa que son tristes, grises y que no se pueden aprovechar realmente. Pero yo creo que esas personas se equivocan, y que no quieren -o no pueden- ver más allá del cristal de su ventana. Se paran, protestan, se enfadan…, mientras miran por la ventana quietos e inmóviles, dejando pasar las horas sin más.




Me encantan las tardes lluviosas, caminar bajo la lluvia. Y es probable que en un principio te cueste entender el porqué. Aunque no es tan complicado, si aprendes a mirar de una manera diferente. Te gustan los arcoíris, ¿verdad? A mí también.

Son tardes que mágicamente se transforman y pasan a ser momentos en los que puedes plantearte hacer algo distinto. Algo improvisado que no tenías planeado hacer. Un plan alternativo, que emerge del manto gris que aparentemente lo envuelve todo. Pequeños paraguas de colores que te llevan -si quieres- a disfrutar de secuencias inesperadas y maravillosas. Y así fue. Una tarde lluviosa me llevó a IKEA.

Nunca había estado allí antes. Me pareció un plan perfecto: ¡Al fin conocería esa enorme “casa” de muebles! Así que sin perder más tiempo, mi hermana y yo cogimos nuestros paraguas de colores, y nos plantamos en un pispás en aquella impactante puerta de entrada. Una puerta que, desde el primer instante, comenzaba a despertar de golpe tanto mi curiosidad. Y tan fue así que yo, de tanto girar y girar sobre su mismo eje, casi no consigo entrar.

 -¡Maldita sea! ¿Podré entrar?-me repetía sorprendida-. Supongo que no medí muy bien las distancias, problemas de astigmáticos. En fin, nuestra aventura prometía: una puerta giratoria que bromeaba conmigo dándome la bienvenida.

Y allí estábamos mi hermana y yo dentro, por fin. Comenzamos a subir las escaleras, y las sensaciones se entremezclaban con extrañeza y estupor. Era una casa realmente enorme: maletas, montones de sofás, librerías por doquier, dormitorios, armarios, colchones, baños, bolsas amarillas, cocinas, cunas, elefantes de ojos azules, lápices, mesas, sillas giratorias, fregaderos, espejos, maletas, montones de sofás, librerías por doquier, dormitorios, armarios, colchones, baños, cocinas, zanahorias con patas, bròcolis surrealistas, pequeños seres diminutos… Un circuito de flechas con paradas que no terminaban…

-Oh, my God! ¡Qué locura!- le susurraba a mi hermana, intentando mantener la compostura-. Demasiadas imágenes en tan poco tiempo. Imposibles de asimilar en ese momento. Horas, días, quizá meses para conseguirlo. Pero allí estaba mi hermana, mi salvadora. Y es que cuando mi locura asoma sus patitas, la razón de mi hermana me tira de la oreja y me dice: “Vámonos al Restaurante que tengo hambre. Un café y una tarta de arándanos y nos vamos pero ya a la sección de menaje, que necesito unos cuchillos”.

Dicho y hecho. Una vez terminamos de repostar y reponer energías, nos fuimos inmediatamente hacia aquella sección. Con el dulce sabor de los arándanos en mi boca, y al fin con los pies en la tierra, empecé a saborear cada pedacito de aquel rincón tan acogedor. Recuerdo que mi hermana estaba eufórica. No podía ser de otra manera, pues es cocinera. Así que, se puso el delantal y no paró hasta llenar el carro: vasos, un batidor de leche, pajitas, un cazo, una sopera, palillos, un pela patatas, cuchillos de cerámica, un afilador, tijeras, una sartén, el tamizador, un mantel, un escurridor de lechuga, el salva mantel imantado, una parrilla, la tartera, una manga pastelera, otro cazo, unos tuppers…

-¡Menos mal que yo sólo necesitaba una olla y ella unos cuchillos!-murmuré al vacío con cierta resignación-. En fin… Me tuve que separar de mi hermana durante un rato. Lo necesitaba. Se me hacía imposible seguir su ritmo casi supersónico.
Me dispuse entonces a buscar con calma mi olla.

-¡Qué montón de ollas! ¿Cuál compraré?-espeté con una carcajada-. Yo no suelo cocinar, no tengo tiempo. Y cuando lo hago, cocino lo básico. Es decir, lo que viene siendo abrir el paquete y ya. Por eso buscaba algo sencillo para el día a día, sin gastarme mucho dinero -la realidad del parado, ya sabéis-. Varias opciones se me presentaban a simple vista, pero no me decidía por ninguna en concreto.

De repente, apareció en mi auxilio una empleada “ikeana” -por llamarla de alguna manera, aunque creo si no me equivoco que en la chapa que llevaba ponía Conchi, no recuerdo bien-. Me hizo gracia desde el principio. Con su pelo rizado y alborotado, su tez blanquecina y mofletes sonrojados; algo esmirriada arrastrando un uniforme poco agraciado, la verdad. Muy simpática. Aún recuerdo su vocecilla, preguntándome: “¿Encuentras lo que estás buscando?”. Fue como ver la luz al final del túnel. Le conté, casi emocionada, lo que andaba buscando y en un abrir y cerrar de ojos, en mis manos lo tenía. ¡Sorprendente! Todavía no puedo creérmelo. Su nombre, Annons. La batería de cocina Annons. Cinco piezas de acero inoxidable: dos cacerolas -una de 0,8 litros y otra con tapa de 0,4- y una olla, con tapa también, de 2,4 litros. Todo lo que necesitaba en un único paquete, y a un precio increíble: tan solo por 7,99 euros ya podía ser mía.

-¡Ver para creer! ¿Cómo dentro de ese bulto tan pequeño se puede esconder tanto?- grité alucinada-. Sin duda, al fin había encontrado lo que andaba buscando.

Me costó despegar a mi hermana de aquella sección tan adictiva. Tras convencerla con algún que otro chantaje emocional, nos dirigimos hacia las cajas. Yo no podía dejar de pensar en mi pequeño gran tesoro. En mi nuevo descubrimiento. Mil pensamientos se alborotaban en mi mente, repitiéndome: “Ábrelo, ábrelo, ábrelo”. Pero aguanté con estoicismo hasta el final, y no lo abrí.

Una vez saldadas nuestras cuentas, mi hermana y yo plantadas en la puerta de salida, nos paramos durante unos segundos. Nos miramos con una sonrisa de complicidad.

-¿Y dónde están nuestros paraguas de colores?-nos preguntamos casi al unísono.

Como suele sucedernos, los habíamos perdido. Sin embargo, ya no hacían falta. Había dejado de llover, y el sol de las siete de la tarde comenzaba a brillar con rabia, como recién levantado.

Llegamos a mi casa. Y con energías renovadas -como aquel sol de las siete de la tarde- decidí compensar a mi hermana por aquella fantástica tarde, haciendo la cena. Sí, esta vez yo cocinaría -y cómo no- lo haría con mi nueva batería de cocina Annons.
Llegó el momento de descubrir el secreto. Abrí el paquete con nerviosismo parkinsoniano -demasiada Coca-cola, supongo- y en efecto, allí estaban esas cinco piezas perfectamente colocadas y alineadas, unas dentro de otras, cual muñecas matriuskas.

-¡Qué fácil!-me dije casi gritando de la emoción.

En unos minutos ya estaban montadas -unos tornillos nada más y un poco de maña- y listas para cocinar sus primeros espaguetis con salsa de tomate. En resumen, el proceso fue rápido y limpio. Apenas ensucié nada, lo cual es bastante extraño en mí dado mi historial. Pero así fue. Ni la pasta se pegó ni la salsa se salió, por lo que la vitro relucía casi como el primer día -¡usar para creer!-.

Y allí estábamos mi hermana y yo, despidiéndonos de aquella tarde lluviosa de risas y anécdotas, saboreando esos estupendos espaguetis. Los primeros de una larga lista, y ya han pasado cinco meses.

Así termina, pero no es un punto y final. Es un punto y seguido. Siempre lo es.
Sencillamente me gustaría hacerte ver con esta mera anécdota que el mundo y la vida están llenos de pequeñas cosas que guardan, cual muñecas matriuskas, grandes satisfacciones y momentos inolvidables. Pequeñas anécdotas que encierran grandes recuerdos de las personas que más quieres. Sólo empieza a creer, sal a descubrirlas, no malgastes ni un segundo y no seas como esa gran mayoría que prefiere protestar y quedarse inmóvil. Como esa gran mayoría que solamente se queda mirando por el cristal de su ventana en una tarde gris y lluviosa.

Recuerda: Te gustan los arcoíris, ¿verdad?

FIN









Los Genes Penes al descubierto


"Nuestro estilo musical ya lo tenemos muy definido, lo que hacemos se llama cutre-rock"





Fer (bajo), Pablo (guitarra), Pope (guitarra), Porras (batería) y Potxolo (voz). Estos son los cinco componentes que forman Los Genes Penes, un grupo madrileño que, con más de 10 años ya a sus espaldas, vuelve a retomar su camino para remover el cutre- rock por los bares de la periferia. Amantes de la buena música, desenfadados, reivindicativos, alocados y con cierto surrealismo en ocasiones, luchan mientras tocan por los donuts sin agujero. Su vocalista explicó para supertupper cómo viven por la música en estos tiempos tan revueltos.


P: ¿Cómo y cuándo nace Los Genes Penes?

R: El grupo surgió en el año 97, y la verdad es que no sé cómo ni por qué. Pablo era por aquel entonces el que “sabía” tocar la guitarra, y el resto no teníamos ni idea de tocar un instrumento musical y mucho menos de cantar (se ríe).

P: ¿Qué historia se esconde detrás de ese nombre tan peculiar?

R: Pues realmente fue muy curioso. Nos costó mucho poner nombre al grupo. Al principio, después de barajar varias opciones -y en un alarde de imaginación- pensamos en llamarnos El Grupo Sin Nombre, pero ya existía La Banda Sin Nombre, así que cogimos las iniciales y quedó G S N.
Más adelante, un día hablando con una amiga le contamos que habíamos hecho un grupo y nos preguntó por su nombre, a lo que contestamos “Los G S N”. Ella nos miró y dijo: “¿Qué?¿ Los Genes Penes?". Entonces, todos nos miramos y dijimos: “Sí, sí…Los Genes Penes”.


P: Si tuvieras que elegir uno de vuestros temas para definir vuestro estilo musical, ¿cuál sería y por qué?

R: Nuestro estilo musical ya lo tenemos muy definido, hacemos cutre-rock. Y el tema que más nos podría definir seguramente sea “Yin, ponme otro botellín”. ¿Y por qué? Tal vez sea porque casi toda la letra está basada en un hecho real, tiene un ritmo pegadizo y porque. inexplicablemente, le gusta a la gente (risas).

P: ¿Cuáles son vuestros referentes musicales?

R: Aquí, sin duda, tenemos que mencionar a Los Petersellers. Su rock cachondo es lo que hizo y hace mover la gene-maquinaria, y también otros muchos grupos de rock y punk principalmente.

P: Una de las premisas que mueven a este grupo es la lucha por los donuts sin agujero, pero ¿no crees que un donuts sin agujero ya no es un donuts?

R: Para nada. Sigue y seguirá siendo un donuts. Nuestra lucha es por ese pedacito de bollo que nos roban porque sí. A lo mejor al resto de los humanos le da igual ese trocito, pero nosotros nos sentimos engañados. Es como si vas a un bar a desayunar y te dan una tostada con un agujero...

P: Si tenemos en cuenta esta filosofía tan particular, quizá nos podemos remontar y hablar de aquellos grupos que surgieron en la llamada “movida madrileña”. ¿De alguna manera os sentís identificados?

R: La verdad es que nunca nos hemos planteado eso. La movida madrileña fue hace muchísimo tiempo, éramos demasiado pequeños para acordarnos, ¿no? Lo de sentirnos identificados, pues no mucho. Eran otros tiempos y había otras inquietudes. Era algo nuevo por aquel entonces.

P: ¿Dirías que estamos ante una “re-movida madrileña”?

R: Para nada. En estos tiempos, es muy difícil que surja una nueva corriente que golpee tan fuerte. Pero esperamos estar ahí, si alguna vez sucediera de nuevo.


P: ¿Crees que todavía sigue existiendo creatividad en la música o consideras que ya está todo inventado?

R: No creo que esté todo inventado, pero sí que es cierto que la mayoría de los grupos no aporta nada nuevo. Suenan todos demasiado igual. Tal vez por eso, en mi opinión, Los Genes Penes tenemos ese puntito a favor. No caemos en los tópicos de siempre de hacer esto o lo otro. Nosotros cogemos de aquí y de allá, le damos nuestro toque y si nos gusta... para adelante.


P: Una anécdota que recuerdes de alguno de vuestros conciertos, es decir... ¿qué tal os lleváis con los curas?

R: A nivel personal, mal (se ríe). Y a nivel de grupo, también. Dejando a un lado cuestiones ideológicas, hubo un concierto benéfico en Alcobendas que  organizaba un cura, con el fin de recaudar dinero para los niños de África creo recordar (de esto hace mucho tiempo), y después de confirmarnos que tocaríamos y todo el rollo, cuando nos presentamos allí con todos los trastos nos dijo que nanai, que no tocábamos. Creo que la historia fue por el nombre del grupo. Así que, años más tarde, creamos el tema “Mielda pa los kuras” en honor a estos personajillos.

 "La mayoría de los grupos no aporta nada nuevo, por eso Los Genes Penes tenemos ese puntito a favor de no caer en los tópicos de siempre"

P: ¿Piensas que hoy se puede vivir de la música sin caer en lo comercial?

R: Es difícil. Este mundillo es muy caro. O tienes dinero o tienes padrino, y si no, no future.

P: ¿Qué opinión te merecen programas como Operación triunfo o Factor X?¿Crees que pasaríais algún casting?¿Qué diría Risto?

R: Pues que está bien para gente que le guste el karaoke. Nosotros no llegaríamos ni al casting, porque estaríamos en un bar tomando unas cañitas muy ricas (risas).
Risto diría lo que ya sabemos, que no tenemos ni idea de tocar. Así que, nos iríamos de cañas y a echarnos unas risas.

P: Después de un tiempo inactivos, el 24 de julio del año pasado se organizó un concierto que supuso vuestro regreso. ¿Cómo viviste ese momento?

R: Bastante bien, con muchas ganas. A medida que se acercaba la hora estaba un poco más nervioso, pero cuando hicimos la prueba de sonido y eso, se esfumó todo.

Fue muy curioso porque hubo bastante gente, más de la que esperábamos; gente que nos habia visto incluso cuando tocamos por primera vez. Parecía que había ganas de que volviéramos a los escenarios.

P: ¿Qué proyectos se os presentan?¿Algún disco en perspectiva?

R: De momento seguir ensayando, sacar temas nuevos, pulir los que tenemos y grabar otra maqueta antes de que termine el año.
Lo del disco ya son palabras mayores (jajaja). Pero no se descarta. Tendremos que dejar algún legado a nuestros hijos y nietos (jajaja).


P: Finalmente, ¿cómo ves a Los Genes Penes dentro de unos cuantos años?

R: Más mayores, con menos pelo -excepto el Pope (jajaja)-, y espero que con algún disco rondando por ahí.








Game over... ¡Buenas noches!


“Dediqué cuatro años de mi vida a mi propio proyecto empresarial. Una start up, en lenguaje de capital riesgo. Aposté por una cadena de hostelería moderna basada en una cocina rápida y natural. Invertí todos mis ahorros, todo mi esfuerzo y experiencia. Y fracasé”. Son palabras de Javier Regueira, autor del libro Game over. Los 13 errores que me llevaron a cerrar mi empresa. Así comienza el relato de un joven empresario que lo dio todo por un sueño que, sin poder evitarlo, se iba desvaneciendo. Una realidad recurrente en un entorno de crisis generalizada, donde reconocer que se ha fracasado es solo cosa de valientes. 


La enfermedad es grave: en 2009, unas 200.000 empresas entraron en quiebra y otras tantas comenzaron 2010 al borde de la insolvencia. El diagnóstico, complicado: miles de empresas fracasadas, otros tantos proyectos personales truncados y cientos de miles de empleados que se van uniendo a las enormes listas del paro. Y en el camino hacia su curación, dos grandes obstáculos: el silencio y la no aceptación.

Pero ¿por qué cuesta tanto admitir y hablar sobre los fracasos? Supongo que la educación que hemos absorbido en esta sociedad tan competitiva y agresiva, ha ido moldeando nuestra personalidad hasta el punto de aborrecer la palabra FRACASO. Una mancha inaceptable en un mundo globalizado que únicamente valora el ÉXITO por encima de todas las cosas.

Hasta ahora, pocos han sido los valientes capaces de hablar abiertamente sobre sus fracasos. Javier Regueira lo ha hecho de una manera magistral en esta constructiva obra, en la que narra al lector con ejemplos reales el desarrollo de su aventura empresarial, tomando como referencia los principales errores en los que fue cayendo desde el principio hasta el final. Desde un punto de vista inédito, Game over analiza el fracaso empresarial en primera persona, desgranando los 13 errores clave que pueden derrumbar una empresa: aspectos endógenos que pueden aparecer y que nada tienen que ver con la adversidad del ciclo económico.



Una receta de errores altamente recomendable y de comprensible elaboración: 

1. Piensa en una idea genial y ¡ya tienes un negocio!
2. Contrasta la idea con tu familia y amigos
3. Infrafinancia tu proyecto
4. Escoge a tus socios por su capacidad para soltar el dinero
5. Lánzate al mercado más grande, así tendrás más clientes
6. Las ventas son el presente. La contabilidad solo es el pasado
7. No contrates a nadie si tú mismo puedes hacer ese trabajo
8. Al comunicar tu oferta, se creativo y sofisticado
9. Concentra tu esfuerzo en captar nuevos clientes en lugar de retener a los que ya tienes
10. Un negocio y una empresa son lo mismo
11. Se un elefante en lugar de un pez
12. Se positivo e ignora el riesgo de fracasar
13. Sigue adelante aunque hayas perdido la ilusión

Calentar, remover, escurrir y listo para servir: un plato saludable para prevenir grandes enfermedades.

En definitiva, su principal aportación es que sí que es posible aprender del fracaso y de los errores. Solo hay que saber anticiparse, para evitar caer en ellos. Y si es inevitable la caída, hay que aprender a levantarse y seguir adelante con la cabeza bien alta. Son tiempos de crisis, sin embargo, las oportunidades no desaparecen. Se asustan, se esconden, pero nunca desaparecen. Simplemente nos dan las buenas noches.

















lunes, 25 de junio de 2012

¡Bienvenidos tuppernautas!

Supertupper es... ¿Cómo explicarlo? Es algo así como un ... un... 


"Sacudimiento extraño
que agita las ideas,
como huracán que empuja
las olas en tropel;
murmullo que en el alma
se eleva y va creciendo
como volcán que sordo
anuncia que va a arder;
deformes siluetas
de seres imposibles;
paisajes que aparecen
como un través de un tul;
colores que fundiéndose
remedan en el aire
los átomos del Iris
que nadan en la luz
ideas sin palabras
palabras sin sentido;
cadencias que no tienen
ni ritmo ni compás;
memorias y deseos
de cosas que no existen;
accesos de alegría
impulsos de llorar;
actividad nerviosa
que no halla en qué emplearse;
sin rienda que lo guíe
caballo volador;
locura que el espíritu
exalta y enardece
embriaguez divina
del genio creador...
¡Tal es la inspiración!
Gigante voz que el caos
ordena en el cerebro,
y entre las sombras hace
la luz aparecer;
brillante rienda de oro
que poderosa enfrena
de la exaltada mente
el volador corcel;
hilo de luz que en haces
los pensamientos ata;
sol que las nubes rompe
y toca en el cénit;
inteligente mano
que en un collar de perlas
consigue las indóciles
palabras reunir;
armonioso ritmo
que con cadencia y número
las fugitivas notas
encierra en el compás;
cincel que el bloque muerde
la estatua moldeando
y la belleza plástica
añade a la ideal;
atmósfera en que giran
con orden las ideas,
cual átomos que agrupa
recóndita atracción;
raudal en cuyas ondas
su sed la fiebre apaga;
oasis que al espíritu
devuelve con vigor...
¡Tal es nuestra razón!
Con ambas siempre en lucha
y de ambas vencedor,
tan sólo el genio puede
a un yugo atar las dos".

Eres inimitable querido Bécquer. Mil GRACIAS creador. Mi poeta de las estrellas soñador.

Supertupper es el "alimento" de los tuppernautas
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